3 minute read

El mercado está viviendo un fenómeno que hace tres años muchos consideraban improbable: la repatriación de cargas desde la nube. Y no hablo de una tendencia motivada por “gusto” o nostalgia del datacenter, sino por algo mucho más concreto: costos, gobernanza, performance y previsibilidad operacional. Lo interesante es que esta tendencia no niega la nube; la reorganiza.

Las empresas que entraron agresivamente al cloud en 2018–2022 impulsadas por decisiones de directorios o porque era “tendencia”, hoy están enfrentando una realidad distinta. Sus aplicaciones no son 100% cloud-native, sus equipos no crecieron al ritmo de la complejidad del hyperscaler, y los costos asociados a redes, almacenamiento y servicios administrados se dispararon más de lo esperado. Eso, sumado a un contexto económico más exigente, llevó a muchos CIOs a hacerse una pregunta incómoda:

¿Tiene sentido que todo esté en la nube?

La respuesta, en muchos casos, ha sido “no del todo”. Y aquí entra VMware Cloud Foundation (VCF). No porque sea la única alternativa para volver on-premise, sino porque logra algo que pocos proveedores ofrecen: un modelo operacional consistente. Para quienes necesitan optimizar costos, recuperar control y simplificar la operación, VCF no solo replica lo conocido, sino que lo lleva a un nivel de estandarización mucho más alto que el VMware tradicional de hace años.

VCF permite que las cargas regresen a una plataforma donde la operación está completamente definida: redes NSX, almacenamiento vSAN o externo, automatización, seguridad microsegmentada, Kubernetes integrado y un stack coherente que elimina el “VMware Frankenstein” que muchos clientes tenían antes de migrar a la nube. En otras palabras, si vas a repatriar, al menos vuelve a algo mejor de lo que tenías cuando te fuiste.

Además, el concepto de cloud-like on-premise ya no es aspiracional. Es una necesidad. Las empresas quieren la elasticidad, la velocidad y la experiencia de consumo de la nube, pero sin el costo variable impredecible ni la dependencia total de un hyperscaler. VCF está justamente en ese punto medio: entrega la experiencia operativa moderna sin obligar a reescribir aplicaciones ni a construir un equipo de 20 arquitectos de nube para simplemente mantener la operación funcionando.

Lo que se ve hoy en el mercado, y lo converso con clientes todas las semanas, es que el equilibrio es el nuevo norte. Y en ese equilibrio, un datacenter moderno basado en VCF no compite con la nube; convive con ella. Es un habilitador real de estrategias híbridas, donde cada carga vive donde tiene más sentido económico y técnico.

A este fenómeno se suma otra señal clara del mercado: los proveedores de hardware están viendo un aumento significativo en proyectos para construir nubes privadas on-premise. Después de años donde todas las conversaciones giraban en torno a “irse a la nube”, hoy los grandes fabricantes observan una demanda creciente por soluciones que permitan recuperar control, mejorar costos y operar infraestructura moderna sin depender completamente del hyperscaler.

Y en ese terreno, VMware Cloud Foundation es prácticamente la única plataforma que realmente entrega una experiencia nube completa en on-premise. No solo por su integración nativa entre cómputo, redes, almacenamiento y Kubernetes, sino porque no depende de ensamblajes manuales ni arquitecturas dispares. VCF se siente como una nube coherente, predecible y gobernable.

Esto es justamente lo que diferencia a VMware de sus competidores:

  • Red Hat OpenShift es excelente como plataforma de Kubernetes, pero no es una solución completa de infraestructura. Necesita sanear demasiadas piezas externas para funcionar como una “nube privada” real.
  • Nutanix entrega simplicidad en HCI, pero su ecosistema para redes, seguridad y Kubernetes sigue siendo un conjunto de productos separados y menos integrados que el stack VMware.
  • Hyper-V quedó varios pasos atrás, sin una oferta moderna de cloud privado ni un equivalente real a VCF.
  • Y en el otro extremo, Proxmox o Verge.io son alternativas interesantes para implementaciones pequeñas o laboratorios, pero no están pensadas para cargas empresariales de misión crítica ni para modelos operacionales sólidos y estandarizados.

En un mercado donde todos intentan “parecerse a una nube”, solo VMware VCF logra operar como una nube.

Muchos dirán acá que está el “temita del licenciamiento”, pero en los análisis económicos que hemos hecho con clientes Enterprise, VMware salía positivo. Para implementaciones pequeñas que no requieren el stack Cloud onpremise, puede ser que otra alternativa sea más provechosa.

Conclusión

La repatriación no es un retroceso: es un ajuste estratégico. Y VMware Cloud Foundation se posicionó como la plataforma ideal para recuperar control sin renunciar al modelo cloud-ready. No es solo infraestructura; es un modelo operativo que permite que TI vuelva a ser un habilitador del negocio, no un rehén de la complejidad del hyperscaler.